12julio
Mi fuerte nunca será la tauromaquia. Pero cada vez que me acerco a ella me hace pensar.
Hoy, en Pamplona, un toro ha matado a un madrileño. La gente ha aplaudido de forma especial (o por lo menos eso nos ha hecho creer la prensa) la muerte de este toro a manos del torero. ¿Es consciente la gente de que después del encierro, a la tarde, los seis u ocho toros son toreados tal y como se critica tan duramente tanto desde dentro como fuera de España?
Como si el toro hubiese tenido la culpa de que le hayan encerrado durante horas en un corralito para que a las 6 de la mañana le levanten las barreras y le hagan correr. Los demás toros, los mansos, no cornean. El toro solo es fiel a su naturaleza, y aún así. Nadie ha obligado a nadie a correr esos toros, así que la responsabilidad de lo ocurrido debería recaer únicamente en el fallecido. De todas formas, es el primer toro que mata a una persona en los Sanfermines en 14 años.
Lo que quiero decir es que, como dirían los empresarios, esto simplemente han sido "gajes del oficio", a modo de NeoPilatos. Es decir, que no me preocupa, aunque no quiera decir que me alegre. Me preocupa más que hoy se hable más que nunca de los Sanfermines. Supongo que habrá formas de averiguar cuanto dinero de más han generado los sanfermines hoy respecto a los encierros de 3'5 minutos y unos pocos hematomas. Y sería mucho más, desde luego. El dinero no entiende de desgracias, y si no las encuentra las exagera.
Justo después de esa noticia ha aparecido el siguiente titular, más o menos:
"Dinero para combatir el hambre" Señores del G8, el dinero no se come. Y en el mundo hay alimentos de sobra, y de eso sí que se come. ¿Qué tal si repartimos el alimento y dejamos de especular con el hambre de la gente?
Eso sí que me preocupa un poco más. Pero tampoco mucho, como a todos: mientras yo pueda comer (y limpiarme las manos) tampoco me indignará demasiado.
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